El suelo mexicano guarda valiosos secretos de la era de los dinosaurios. Lugares como Baja California y Coahuila son hogar de diversos hallazgos que conectan el presente con un pasado dominado por gigantes prehistóricos.
México, tierra del maíz y el nopal, no sólo es conocido por sus antiguas civilizaciones y ecosistemas diversos, sino también por ser hogar de fascinantes criaturas que habitaron nuestro planeta hace millones de años: los dinosaurios.
Factores como el clima cálido y húmedo favoreció la presencia de una gran diversidad de dinosaurios en tierra azteca, pues, según la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), se han descubierto varios yacimientos llenos de fósiles que aportan información sobre las diversas especies que habitaron lo que hoy es nuestro país.
Cada uno de estos descubrimientos no sólo amplía nuestro conocimiento sobre la vida prehistórica, sino que también nos conecta con una era en la que los dinosaurios dominaban el mundo y habitaban por los territorios que hoy vivimos.
El primer dinosaurio descubierto en México
Este dinosauirio carnívoro fue uno de los principales depredadores de lo que hoy es Baja California (Wikimedia)
Labocania anomala es un dinosaurio de gran relevancia para la paleontología en México, ya que representa la primera especie descrita en el país, basada en fósiles recolectados en Baja California.
En 1966, un equipo de expertos del Museo de Historia Natural del Condado de Los Ángeles y del Instituto de Geología de la UNAM, bajo la dirección de William Morris, realizó un hallazgo significativo en este estado, de acuerdo con un artículo del Laboratorio de Paleontología del Instituto de Geología de la UNAM.
El nombre Labocania hace referencia a la formación fosilífera de La Bocana Roja en Baja California, donde fueron descubiertos los restos, mientras que anomala se eligió debido a la peculiar combinación de características presentes en los fósiles, que muestran similitudes tanto con otros tiranosaurios como con diferentes líneas evolutivas de terópodos, como los abelisaurios y alosaurios.
Aunque los fósiles de Labocania anomala están fragmentados y dificultan el conocimiento sobre este dinosaurio carnívoro, se estima que medía aproximadamente ocho metros de largo y pesaba alrededor de 1.5 toneladas.
Esto sugiere que fue uno de los principales depredadores de lo que hoy es Baja California, probablemente cazando crías, animales heridos y enfermos de las manadas de hadrosaurios y otros dinosaurios con los que coexistió durante el Cretácico Superior, hace unos 75 millones de años.
Troodóntido
Los especialistas creen que esta especie era un cazador nocturno ( Matt Martyniuk)
Este espécimen aún no tiene un nombre específico, según explica la revista Muy Interesante, porque no ha sido identificado más allá de su familia. Sin embargo, se cree que pudo haber desempeñado un papel similar al de las lechuzas actuales, alimentándose principalmente, aunque no de forma exclusiva, de pequeños mamíferos.
Las características físicas de este animal, como sus grandes ojos situados al frente de la cara y su cerebro relativamente grande, sugieren a los especialistas que era un cazador nocturno.
Aunque existen numerosas teorías sobre si cazaba en grupo o sobre la naturaleza exacta de su dieta, estos aspectos son difíciles de precisar a partir del registro fósil.
Se cree que cumplió un papel crucial en el ecosistema, manteniendo bajo control la proliferación de mamíferos, que solo se diversificaron significativamente tras la extinción de los grandes dinosaurios.
Coahuilaceratops magnacuerna
Este dinosaurio vivió en un entorno muy húmedo y con abundante vegetación (Wikimedia)
Este dinosaurio es la primera especie con cuernos encontrada en México. Descubierto en el estado de Coahuila, ha proporcionado a los científicos nuevos conocimientos sobre la diversidad de vida en Norteamérica hace 72 millones de años, según la página oficial del Museo del Desierto de Coahuila, que alberga una destacada colección de fósiles de dinosaurios.
El nombre de esta especie hace referencia al estado en el que fue encontrado. El ejemplar medía unos 6.7 metros de largo, tenía un cráneo de 1.8 metros y se estima que pesaba entre 4 y 5 toneladas.
Coahuilaceratops vivió cerca de la costa en un entorno tropical a subtropical, muy húmedo y con abundante vegetación, como lo indican los restos fósiles y la geología de la región.
Los restos fueron excavados en 2003 por equipos de prospección de diversas instituciones y luego trasladados al Museo de Historia Natural de Utah para su preparación.
Yehuecauhceratops mudei
Su nombre significa antigua cara con cuernos (Wikimedia)
Fue descubierto en el municipio de Ocampo, también en Coahuila, por Héctor Rivera Silva, director del Departamento de Paleontología del Museo del Desierto (MUDE) en Saltillo, y Rubén Guzmán, paleontólogo independiente, con el apoyo del MUDE.
El nombre Yehuecauhceratops significa “antigua cara con cuernos” y mudei es en honor al MUDE, según explica la revista National Geographic.
El análisis detallado de las vértebras del dinosaurio reveló que se trataba de un adulto de tres metros, clasificándolo como una especie pequeña. Además, los paleontólogos identificaron que era un pariente lejano de los triceratops, según Rivera Silva en una cápsula informativa del MUDE.
Acantholipan gonzalezi
Este herbívoro solitario no acostumbraba a formar grandes manadas (Wikimedia)
Esta especie fue descubierta en 2018 por el equipo dirigido por Héctor Rivera Silva y Rubén Guzmán Gutiérrez, con el apoyo del Museo del Desierto.
En español, el nombre significa “Espina de la tribu Lépaindé” y “de Arturo H. González González”, quien es el director del Museo del Desierto de Coahuila.
Este herbívoro acorazado podía alcanzar hasta seis metros de largo. A diferencia de otros dinosaurios, se sospecha que no formaba grandes manadas, ya que las huellas encontradas no se presentan en grupos, según detalla la revista Muy Interesante.
Además, el hallazgo de fósiles en sedimentos marinos, asociados con cuerpos de agua, sugiere que estos dinosaurios podrían haber vivido en deltas y, al morir, haber sido arrastrados hacia el mar, donde finalmente se fosilizaron.
Su rol en el ecosistema podría haber sido similar al de los hipopótamos modernos, que influyen en su entorno al consumir grandes cantidades de hierba y al verter grandes cantidades de desechos en los cuerpos de agua.
Fuente: Infobae