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El convite que encendió el corazón de Santa Cruz Xoxocotlán

El convite que encendió el corazón de Santa Cruz Xoxocotlán

Con música, marmotas, canasteras y el calor de su gente, celebran el tradicional convite por el Señor de la Ascensión 2025

Santa Cruz Xoxocotlán, 28 de mayo de 2025.- El reloj marcó dos horas después del medio día. En la casa de la alcaldesa primera ya se lanzaban suspiros de chichilo en la cocina, nostalgias de mezcal en las mesas y la alegría anticipada de las canasteras por recorrer las calles de Santa Cruz Xoxocotlán. Así comenzó, como cada año, la festividad del Señor de la Ascensión, con la calidez de una mesa compartida y el murmullo de una comunidad que se prepara para bailar su fe.

Al poco tiempo, la banda de música afinó instrumentos y la calle se convirtió en un escenario vibrante. Los primeros en abrir paso fueron las niñas, niños y jóvenes del pueblo, que con destreza y entusiasmo hacían girar las marmotas —esferas gigantes forradas de tela de colores— al ritmo de los tambores. Mientras giraban, lanzaban con voz viva los dichos tradicionales de la festividad, provocando sonrisas, risas y aplausos.

Detrás de ellos, la presidenta municipal de Xoxocotlán, Nancy Benítez Zárate, junto a su Cabildo, seguida por la delegación folklórica representativa del municipio avanzaba con porte y energía. Los trajes bordados, los movimientos alegres y el calor del asfalto se fundían en un solo compás: el de una comunidad orgullosa de sus raíces. Las canasteras danzaban sin perder el equilibrio ni la alegría, convertidas en guardianas del fervor y la tradición.

El convite hizo su primera parada en el templo, punto central de la devoción, donde la música se alzó solemne y las canasteras bajaron la mirada con respeto. Después, retomaron el paso, ahora por las calles del pueblo, como una procesión de identidad viva.

Las puertas se abrieron al paso del convite. De las casas salían vecinos con vasos de agua, tepache fresco, mezcal ardiente. Era una fiesta de reciprocidad: las y los caminantes llevaban la alegría, y los anfitriones la recompensa. Entre porras y carcajadas, las canasteras y marmoteros recibían medias tortas, un gesto humilde pero profundo, un bocado de cariño que los mantenía firmes bajo el sol de mayo.

Los fuegos artificiales comenzaron a pintar el cielo al caer la tarde, estallando en destellos que anunciaban que la fiesta no terminaría pronto. Y aunque el recorrido cerró con la cena que ofreció la alcaldesa segunda, en realidad, el convite quedó latiendo en los corazones de Xoxocotlán. Una vez más, la comunidad demostró que mientras haya marmotas, banda, canastas y mezcal, su fe y alegría seguirán andando por las calles.

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