
Laura Vázquez | Quinto Poder
Un joven reclutado por el CJNG relató su experiencia de haber vivido en el crematorio clandestino descubierto en Teuchitlán, Jalisco.
El hallazgo de tres hornos clandestinos y cientos de objetos personales en un predio de Teuchitlán, Jalisco, ha sacado a la luz lo que sería una de las fosas clandestinas más grandes de México. Según el Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, este sitio, conocido como Rancho Izaguirre, habría sido utilizado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) como un centro de reclutamiento, entrenamiento y exterminio.
El colectivo encontró en el lugar ropa, zapatos, mochilas, joyería y maletas, evidencias que sugieren la presencia de múltiples víctimas. Testimonios de sobrevivientes indican que el CJNG engañaba a jóvenes para llevarlos a este rancho, donde eran sometidos a un brutal proceso de adiestramiento.
En ese sentido, Indira Navarro, líder del Colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco, compartió el testimonio de un joven que, según sus declaraciones, fue reclutado por el CJNG y vivió un tiempo en el Rancho Izaguirre. En una entrevista telefónica con la periodista Azucena Uresti, Navarro reveló parte de su relato y expuso los horrores a los que eran sometidos los reclutas.

Jóvenes eran reclutados con engaños
De acuerdo con la madre buscadora, los reclutadores del cártel atraían a los jóvenes en la central de autobuses con falsas promesas de empleo bien pagado. Una vez en el rancho, se les sometía a pruebas extremas para evaluar su resistencia y capacidad de combate.
“Les decían que iban a tener un buen sueldo, pero al llegar al rancho se daban cuenta de que todo era mentira. Algunos lograban escapar, pero otros no sobrevivían”, explicó Navarro en entrevista con Azucena Uresti.
El infierno del Rancho Izaguirre
Según testimonios de sobrevivientes, los reclutas eran obligados a cavar fosas clandestinas y a manejar los hornos donde se incineraban cuerpos. “Les poníamos una cama de piedras y ladrillos. En esa cama rociábamos aceite y gasolina a los cuerpos seccionados y los quemábamos. Se usaban varias veces y después teníamos que taparlas”, narró una fuente anónima a Navarro.
Agregó que los jóvenes le contaron haber vivido lo que describieron como “un infierno” en lo que ellos llamaban “la escuelita del terror”. La mujer relató que lo que sucedía en Rancho Izaguirre era similar a un tipo de kínder, ya que, una vez que los jóvenes “se graduaban“, eran enviados al campo de batalla, participando en enfrentamientos en Michoacán y Zacatecas.
Aquellos que lograban sobrevivir a estas pruebas extremas eran trasladados a un entrenamiento más avanzado, impartido por ex militares y convertidos en sicarios del cártel.
“Si salías con vida de ese lugar era porque ya te ibas con los jefes, para el lado de la sierra. Ahí no había nada de comunicación, más que radios que traían los jefes (…) ya nos daban por perdidos. Ahí si de plano eran los mejores elementos’, me decía (la fuente de Indira). ‘Pero de filtro, de 200 quedábamos como 30. Nos íbamos unos y llegaban otros’”, recordó la madre buscadora

Sin embargo, no todos los reclutas lograban sobrevivir. Algunos morían dentro del Rancho Izaguirre, otros eran asesinados si no pasaban alguna de las pruebas, y varios fallecían debido al exceso de violencia exigido. Indira mencionó que una de sus fuentes le reveló que los cuerpos de los muertos eran desmembrados, luego quemados y enterrados en fosas hechas de piedras o ladrillos.
Autoridades continúan las investigaciones
El Rancho Izaguirre sigue bajo resguardo de la Fiscalía de Jalisco, que trabaja en la recuperación de restos humanos. La magnitud del hallazgo ha generado indignación, pues evidencia los métodos de reclutamiento y exterminio del CJNG.
El colectivo Guerreros Buscadores de Jalisco ha exigido a las autoridades una investigación a fondo para identificar a las víctimas y garantizar justicia para sus familias.